LA GUERRA DE LA TV
-
La pantalla, mal administrada, puede acabar siendo el arranque de una férrea dictadura
Como siempre, todo pasa por establecer unas pautas inamovibles. La televisión se tiene que ver sólo cuando se establezca, no siempre que lo pida. La idea es establecer unas franjas de la jornada en la que sí se le deja ver lo que guste, con una hora de finalización clara, tras la cual lo mejor es apagarla, más que pasar a alguna preferencia de los adultos.
Al principio, esto costará un berrinche. Según sea nuestro hijo, pataleará, tirará cosas al suelo, llorará a moco tendido o incluso, llegado al extremo, puede romper o golpear cosas. Pero hay que mantener una actitud firme para desmontar al incipiente cacique. Explicarle que su tiempo se ha terminado y que es momento de comer, dormir o hacer cualquier otra historia.
Es importante, para afianzar el mensaje, detallar cuando se pone la tv el periodo que tiene para estar ante sus series preferidas. Por ejemplo, si se le permite en el desayuno, concretar que verá un episodio únicamente y que luego se acabó. Hay que conseguir que él acepte con un “vale”, de manera que cuando se arrepienta se pueden desmontar mejor sus argumentos vehementes. En el fondo, es enseñarle a aceptar situaciones mediante el diálogo.
No es fácil todo esto. A veces se obsesionan y no hay manera de desengancharles, incluyendo aquí móviles y tabletas. El objetivo ha de ser racionalizarlo. Les voy a hacer una última sugerencia. Póngales los 'dibus' en inglés, con el botón de cambio al idioma original (la mayoría vienen en la lengua de Shakespeare). Si lo hacen a una edad temprana, no protestarán y les servirá para abrir oído, aprender canciones e incluso aprender algunas palabras. Una manera interesante de introducir otra lengua, aunque si empezamos tarde, les costará admitirlo.
Comentarios
Publicar un comentario