-CONVERTIRSE EN CIUDAD AVE AUPA EL TURISMO RESIDENCIAL Y DE CONGRESO Y SUBE EL PIB- IDEAL ALMERIA
Las ciudades que ya han recibido los trenes veloces observan una mejoría en la venta de viviendas y obtienen un crecimiento de su renta per cápita
La llegada del AVE supone, para la ciudad de destino, un revulsivo económico, un antes y un después. Está demostrado. Solo hay que acudir a la evolución en las 'macrocifras' de aquellos lugares en los que los trenes veloces ya paran en sus estaciones para observar cómo el estar mejor conectados con el exterior mejora sus macrocifras turísticas, residenciales, de trabajo... y con ello, su Producto Interior Bruto (PIB).
Por poner un ejemplo, Lleida. Situada a medio camino entre Zaragoza y Barcelona, se ha convertido en una sede muy socorrida de congresos, convenciones y otras reuniones. Desde que paran los trenes veloces, el crecimiento en el número de eventos ha sido del 170%. Y el número de asistentes, de un 125%. Y, es obvio, más gente y más eventos son más dinero. Concretamente el turismo de congresos ha evolucionado de los 8 millones de euros anuales previos al AVE a los 17 una vez consolidada la línea. Las cifras las proporcionó el propio Ayuntamiento de Lleida cuando se cumplieron los siete años desde que llegaran los trenes de Alta Velocidad. Sin embargo, y además de esa contabilidad, también ha servido para ubicarla como destino turístico preferente. El número de consultas en su oficina municipal de turismo creció un 30% en solo cuatro años, especialmente en el caso de turistas procedentes de Madrid y del entorno. Asimismo, la Catedral (Seu Vella) pasó de 38.000 visitantes en 2002 a los 55.000 posteriores a la llegada del AVE.
Los empresarios almerienses -encabezados por la Cámara de Comercio y por la patronal, Asempal- están convencidos de la rentabilidad económica del AVE. Primordialmente por el hecho de que situaría a Almería, una provincia netamente exportadora, en un lugar privilegiado del Corredor Mediterráneo, rebajando los costes logísticos para el envío de productos al extranjero. Pero también por el impacto económico vinculado al turismo. No en vano, para un viaje de fin de semana o de puente, la duración del trayecto es un elemento primordial. Desde Sevilla, el viaje en tren hasta Almería dura un mínimo de cinco horas y media. Seis desde Madrid. Doce horas y diez minutos desde Barcelona.
Entre Madrid y Alicante, el viaje en AVE es de apenas dos horas y cinco minutos. Acaba de cumplir un año y ya ha transportado a 1,4 millones de pasajeros. Los trenes llegan con una ocupación media del 80%, pero Fomento insiste en que tiene mucho potencial aún por explotar. Hasta el punto que será una de las líneas que, de forma piloto, estrenará competencia privada. Desde entonces, el turismo madrileño ha crecido en la provincia un 36%, según datos de la patronal hotelera y un 12% en el caso del manchego.
Prácticamente todas las ciudades que conforman el club de municipios con estación de AVE -que cada vez son más- han ejecutado, junto a sus diputaciones o autonomías, un plan para rentabilizar económicamente las ventajas de la Alta Velocidad. Requena, una pequeña ciudad valenciana (21.000 habitantes) situada a medio camino entre Valencia y Cuenca, recibió el primer AVE en diciembre de 2010. «Con la llegada del AVE, Requena tiene desde el punto de vista turístico mucho que ganar. Grandes mercados emisores de turistas, como son la región metropolitana de Madrid y la de Valencia, podrán tener este destino turístico mucho más cercano, lo cual podría redundar en un importante aumento del número de turistas». La frase está extraída del estudio 'El futuro impacto del AVE en Requena', un documento elaborado por expertos economistas, geógrafos y sociólogos valencianos.Las aspiraciones del Gobierno valenciano -que dio a conocer el pasado año días antes de la puesta en marcha del servicio- pasan por un crecimiento del PIB de 70 millones de euros, la creación de casi un millar de empleos directos asociados al tren veloz y la apertura al turismo residencial. «Sin duda alguna, como ha pasado en otras ciudades, como por ejemplo Málaga, va a facilitar y fomentar que muchísimos madrileños compren y tengan su residencia en Alicante y su provincia», pronosticó Isabel Bonig, consellera de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente de la Generalitat Valenciana.
La línea de Alta Velocidad existente en España con un mayor número de pasajeros es la que enlaza las dos principales ciudades del país: Barcelona y Madrid. Un estudio de la consultora Accenture cuando se cumplieron tres años de su estreno afirma que la obra de la línea fue responsable directa de 113.000 empleos. Y su explotación -una vez terminada- ha afianzado 32.000 puestos de trabajo, tanto directos como indirectos, lo que genera una riqueza global superior a los 7.700 millones de euros.
«No hay que olvidar que, además del valor añadido directo potenciado por el corredor, existen otro tipo de beneficios indirectos», remarca el documento. Por ejemplo, la generación de nuevos modelos de movilidad, la creación de vínculos económicos entre ciudades y la atracción de inversiones.
Obviamente, Almería no es Barcelona, no es Valencia y tampoco es Alicante. La población almeriense -cerca de 700.000 habitantes en la provincia- es muy inferior a la de esas provincias. Sin embargo, la carencia de la línea de Alta Velocidad y la desconexión de ejes logísticos vitales como el Corredor Mediterráneo resta competitividad a la economía almeriense. El 30% del coste de un producto almeriense en el extranjero es logístico, según Asempal. «Es una cifra muy alta que hace falta bajar», indicó José Cano, su presidente. Y la piedra roseta la han encontrado, los empresarios, en las vías con la Región de Murcia.
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